diciembre 22, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (4)

4 La oveja digital

Estamos polarizados. Perdemos amigos y ganamos enemigos con facilidad. Las reuniones familiares se han vuelto (más) tensas. Estamos polarizados por temas grandes y pequeños. Tanteamos para determinar de qué lado está la gente y tratamos de no ofender. 

Siempre han existido partidos, bandos y gustos. Pero cuando la división política y social llega a los extremos actuales, es peligroso. Reina la intransigencia ideológica extrema, militante y generalizada; la ausencia de la gracia y el imperio de la soberbia. 

Los cristianos, las iglesias, las predicadoras y los teólogos no somos ajenos a nada de esto. El resultado es la fragmentación aún mayor de los cristianos y las iglesias, las familias, las instituciones cristianas y sus líderes. 

Alguien habla de la importancia de la justicia social en la Biblia; otro le contesta que la justicia social no es la justicia bíblica. Un autor afirma que es responsabilidad de los cristianos cuidar el planeta y otro le dice que eso es politizar la fe cristiana. 

Las redes sociales alimentan la polarización y se alimentan de ella. Las noticias falsas nutren el polo en el que uno está y lo convencen de cierta realidad, mientras los autores de las distorsiones y exageraciones de la realidad ganan dinero con el número de vistas de lo que postean. Las empresas les pagan a las redes sociales por la publicidad (que uno ve) y las redes sociales les pagan a los influencers. Viven de nuestro tiempo, de nuestras vidas. 

Es complicado pastorear ovejas digitales. Hay estudios de altos porcentajes de pastores en Estados Unidos que han considerado seriamente renunciar, en parte, por la polarización política;[1] lo que digan sobre los temas álgidos del momento le encanta a la mitad y le mortifica a la otra mitad de la congregación. Algunos predicadores quizá sacan cuentas y deciden predicar al gusto de los que más dinero aportan. Se declaran en contra del suicidio económico; esa es la primera opción. La segunda es irse antes de que le hagan consejo de guerra sinodal. 

Un tercer camino es la predicación genérica, insípida y aséptica, siguiendo aquel viejo (¿y mal?) consejo, “en la mesa no se habla de política, ni de fútbol, ni de religión”; solo se puede hablar de temas que unan, como si todos los días fuera Navidad. Pero, ¿de qué habla uno si no es de los temas que a uno le importan, que nos afectan a todos? Las relaciones serían muy superficiales o solo con quienes piensan igual que uno. 

La polarización no tiene solución fácil ni rápida, pero hay formas de mitigarla. Los expertos sugieren estrategias como, reducir al mínimo el tiempo en las redes sociales y dudar de todo,[2] educarse y fomentar las actividades en grupos.[3] 

Esto significa que exposición bíblica sin vida en comunidad poca mella le hace a la polarización. Implica que al predicador le toca documentarse antes de hablar de temas actuales, especialmente si se salen de su esfera de conocimiento. ¿Ha oído hablar de Dunning-Kruger? Es el mal del momento: una distorsión cognitiva que hace a la persona creer que es experta en temas y oficios que a duras penas entiende; y para completar, no acepta críticas ni sugerencias. Las redes sociales exacerban esa distorsión. 

En términos prácticos, una caminata o tardes de panadería en grupo pueden fortalecer más los lazos de una comunidad que ponencias de expertos sobre temas que nos dividen. La meta no es que todos los cristianos pensemos igual, sino que seamos comunidades que dan testimonio del amor de Cristo, no gasolina para la polarización. Es decir, menos redes sociales, más vida social presencial; al estilo humano tradicional prehistórico.

________

[1] “Pastors Share Top Reasons They’ve Considered Quitting Ministry in the Past Year,” Barna Group, accessed June 22, 2023, https://www.barna.com/research/pastors-quitting-ministry/. 

[2] Cal Newport, Digital Minimalism: Choosing a Focused Life in a Noisy World (Penguin, 2019). 

[3] Peter T. Coleman, The Way Out: How to Overcome Toxic Polarization (Columbia University Press, 2021). 



julio 19, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (3)

Predicación en serie

Milton Acosta, PhD

Además del desconocimiento de su autoridad y de la condición de periferia, los predicadores enfrentan otro desafío monumental dentro y fuera de la iglesia: entretenimiento, depresión, y misticismo. Empecemos con la diversión.

Para ningún predicador es fácil competir con los medios masivos de comunicación; empezamos con la radio, y ya vamos en TikTok y ChatGPT. ¿Cómo puede un predicador captar y mantener la atención de gente acostumbrada a pasar horas y horas frente a una pantalla?

La humanidad pareciera haber alcanzado su pico de inteligencia. Hay que ver la cantidad de jóvenes (y no tan jóvenes) a los que se les va la vida en TikTok, YouTube, películas y series de Netflix, Amazon y Star+, juegos de video y redes sociales; y música en los oídos el resto del tiempo. Horas y horas que suman años de existencia. Entretenidos hasta las náuseas, sin lograr mayor cosa aparte de estar entretenidos, de matar el tiempo, de pasar la vida. Un hámster por lo menos se ejercita en su ruedita. ¿De qué hablaríamos si no viéramos series? Pero es que hay series muy buenas. Quién va a decir que no.

Una cosa es el derecho al ocio y otra muy distinta la desidia. Daniel Innerarity habla de “la estupidez colectiva”, “la tragedia de los comunes”, “entontecimiento colectivo”, “encadenamientos fatales”. Por la pereza, por la satisfacción inmediata, o por la ignorancia a sabiendas el individuo toma decisiones en las que sacrifica su bienestar a largo plazo. Esta es la tesis de Innerarity

La incertidumbre que provoca la aceleración social nos ha convertido en sujetos que solo actúan racionalmente en el corto plazo, que se constituye como el único horizonte de gratificación. Cualquier perspectiva de mayor alcance, una racionalidad estratégica o anticipatoria es muy difícil y preferimos gestionar lo más inmediato, con cálculos de utilidad para el presente, táctica y criterios de mera oportunidad.

A la incertidumbre se le suman la desubicación y la desesperanza reinantes. A diario leemos y escuchamos de soledad, depresión y suicidio. Tal vez allí radica el éxito de tanta serie y tanta película. El entretenimiento es refugio para la “aceleración social”, la cual afecta la salud mental y conduce al desahucio emocional.

En su libro Entertainment Theology, Barry Taylor afirma que las tres características actuales de la religión son: pluralismo, economía, y fetichisación. La religión es un objeto de consumo. Las fusiones son fantásticas: “la occidentalización del pensamiento asiático”; “el matrimonio entre el capitalismo democrático occidental con la sabiduría oriental”; “neo medievalismo posmoderno gótico”. Se nota “un intento de volver a los métodos premodernos de relacionarse con lo divino”; un “fundamentalismo posmoderno, o el intento de volver a una forma de fundacionalismo en un mundo al que le falta fundamento”. El resultado es la religión diseñada al gusto del consumidor; “la religión de consumo”, como lo había llamado décadas antes René Padilla en su libro Misión Integral.

Jesús fue muy creativo en la forma de presentar su mensaje, como lo muestran las parábolas. Pero, Jesús no predicó solo con palabras; se dedicó también a hacer el bien. El mensaje se podía ver, por ejemplo, en la importancia que Jesús dio a los marginados sociales, fueran ricos o pobres.

Los teólogos y predicadores nos quejamos de la falta de compromiso de la gente con Jesús y con la iglesia, especialmente los jóvenes. Parte de la razón puede estar en que las generaciones actuales prefieren un mensaje al estilo de Jesús, que se ve. A la juventud no le interesa una iglesia encerrada en sí misma. A nadie debería interesarle.

Ante este panorama, lo mínimo que se puede hacer es reconocer esta realidad, ser sensible a ella y responder creativamente. Así, el sermón de hoy es mejor si es breve, vivo y vital. La brevedad se refiere a la percepción del tiempo para el que escucha la exposición bíblica, no a lo que marca el reloj; lo vivo tiene que ver con lo gráfico y emocionante de la exposición; y lo vital con la realidad más acuciante para quien escucha o lee.

En conclusión, los predicadores y predicadoras, la gente dedicada a la teología y a la educación teológica necesitamos entender que el mensaje del evangelio no es solo para escuchar o leer. Si el llamado es a predicar como Jesús, entonces nos ha faltado acción. Quizá cada congregación debería preparar una serie… de buenas obras. Títulos para estos ministerios/miniseries sobrarían: “Las viudas de la guerra”; “Los hijos de los presos”; “Estudiar o comer”; “Breaking Good”; “Juego sin hambre”; “Estamos vivos”; “Los agentes del perdón”; “Anatomía de la gracia”. Todas darían para varias temporadas. ¡Qué puede ser más divertido que hacer el bien!©2023Milton Acosta.

 

febrero 18, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (2)

Un asunto periférico

Milton Acosta, PhD

La mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, al igual que Jesús y los primeros predicadores cristianos, fueron gente de la periferia. No fueron funcionarios del templo ni de las sinagogas. Resulta intrigante que su voz fuera escuchada y, además, preservada a pesar de carecer de medios. De esto hay analogías.

El hip-hop es música de la periferia. Aunque para algunos no es música, el rap no puede ser mediocre. (Ahora no es solo cuestión de ser cool, sino de hablar pop. O sea que si no sabes qué es cool no hablas pop.) Para que un rapero tenga exito, dice un experto, debe tener tres marcas: primero, una historia única de dificultad con la que la gente se identifica; segundo, una mezcla de talento, ritmo y fluidez; y, por último, perseverancia. Aquí se ve, como dice W. David Marx, que la cultura no siempre se impone desde arriba, pues, en la periferia, la sociedad a veces encuentra cosas valiosas. Pero, esto tiene sus bemoles. En Hungría, por ejemplo, a la gente le gusta la música de los gitanos, pero no quiere a los gitanos (¿igual que el rap y los raperos o Jesús y los cristianos?).

Hay dos formas de entender cómo la periferia amplifica su voz. Una reconoce el mensaje y al mensajero como auténticos; ni vendidos ni manipulados. La otra también, pero escucha la voz de la periferia modulada por los intereses de los agentes culturales que convirtieron la voz en texto. Como en el mundo antiguo la gente de la periferia no sabía leer ni escribir, tampoco tenía capacidad para producir y diseminar ideas o literatura; igual que hoy. Sin los medios del poder (radio, TV, prensa, redes sociales) es imposible salir del anonimato (¿con fotocopias?). La periferia habla mientras la dejen. Una posibilidad para que la voz de la periferia no sea distorsionada, hasta quedar irreconocible, es que medien poderosos disidentes, que siempre ha habido.

La periferia en sí no es atractiva. Por eso los discípulos de Jesús soñaban con entrar a la rosca del poder. Se ganaron un elocuente llamado de atención: “Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás” (Mt 20:25-27 NVI). En síntesis, cuanto más poder tiene la iglesia para mandar, menos poder tiene para predicar.

Cuando Jesús habla de Juan el Bautista, lo contrasta con los poderosos que usan ropas suaves y se sientan en palacios. Jesús llamó a Juan, “el más grande de todos los nacidos de mujer” (Mt 11:11). La gente fue al desierto a escuchar al exótico predicador, que usa ropas ásperas y come saltamontes; un auténtico reality show; plata que hubiera hecho Juan en TikTok comiendo grillo. Pero no; Juan no habría patrocinado esa adicción; pertenece a la periferia que incomoda; no tanto por la moda, sino por decirles la verdad a los poderosos (Mt 14:1-12).

Para el predicador bíblico antiguo, la situación periférica es determinante. Desde las márgenes del poder es que se ve la realidad en toda su crudeza. Identificar esa condición agudiza el oído para sintonizar la voz de Dios. Estar en la periferia produce la historia real, del dolor sufrido, del mal que se ha vencido y de los medios para lograrlo. Asumir la condición de marginal con respecto a los poderes podría ser una de las claves para entender un aspecto del poder de Jesús para amplificar su voz.©2023Milton Acosta.

febrero 06, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (1)

El poder y la autoridad

Milton Acosta, PhD

Para mucha gente, especialmente los jóvenes, las instituciones ya no son dignas de respeto y a sus representantes tampoco se les reconoce autoridad. Todo lo que simbolice poder y autoridad en el mundo actual es de por sí sospechoso, incluyendo la iglesia, las iglesias y sus ministros. Da igual si iglesia se escribe con mayúsculas o si el ministro se hace llamar profeta, obispo, patriarca, apóstol, o cardenal. Y pensar que eso fue lo que les dio Jesús a sus discípulos y a la iglesia, poder y autoridad. Ante este panorama, cabe preguntarse cuánto del desprestigio de la iglesia y el desprecio a sus representantes es ganado y cuánto es resultado del espíritu de la época. Estas cuentas no son fáciles de sacar.

El tema se lo encuentra uno sin buscarlo. En la novela Americanah, los cristianos de un país africano figuran como corruptos; en el discurso de un expresidente y un profesor universitario colombianos, los cristianos son ignorantes y ridículos; en la novela Lucy by the Sea, los evangélicos son ignorantes y mala clase; para un novelista colombiano, los cristianos son insensibles y aprovechados; y para los noticieros, los ministros cristianos son violadores, pederastas, misóginos, retrógrados, patriarcales, y demás. Frente a esto, tenemos por lo menos cuatro opciones: 1) decir que “a los cristianos y a los profetas siempre nos han perseguido y calumniado por predicar la verdad”; 2) desmarcarnos y defendernos diciendo que “los buenos somos más”; 3) recurrir al autoritarismo para que nos respeten y a la radicalización para no contaminarnos ni perder terreno; o 4) reconocer que todo eso es cierto en mayor o menor grado.

Además de lo anterior, el mundo de hoy es pluralista. En temas de fe, el predicador es una voz entre muchas. Algunos predicadores no se dan por vencidos y hacen ingentes esfuerzos para amplificar su influencia; una cuenta de YouTube, un podcast, un bailecito en TikTok; en fin, se adopta el modelo de las celebridades, ser “cool” y juvenil para no quedarse atrás. Por desgracia (¡o por fortuna!) la gran mayoría poco logra y no factura; porque uno es “cool” o no lo es y ya está.

Pluralismo y todo, la espiritualidad sigue siendo tema de interés general. Pero la espiritualidad, sostiene un autor, no se limita a las formas conocidas del cristianismo ni a sus formas de entender a Dios. De modo que, las voces facultadas para hablar de temas espirituales se han diversificado y multiplicado. En América latina, hay gente que podría estar interesada en Dios, pero no en las iglesias. Jesús gusta, la iglesia asusta. Este sentimiento no es fortuito.

Los cristianos hemos dicho y hecho muchas cosas buenas, pero no es hora de echarse flores. También hemos hecho mucho mal (¡en nombre de Dios!) y hemos dejado de hacer el bien; hemos pecado de palabra, obra y omisión; y ya no nos confesamos. El poder y la autoridad dados por Dios a la iglesia son para servir y hacer el bien con humildad; no para mandar y abusar, como lo hacen los poderosos de este mundo. Los poderosos se asustaron con Jesús porque defendía a los débiles. No puede ser que hoy la iglesia asuste a los débiles porque defiende a los poderosos.

La autoridad que se le reconocía a Jesús estaba ligada a la forma de comunicarse con su público; tenía la capacidad de captar su atención, poner sus mentes a volar, y responder a sus necesidades. Es decir, no era un comunicador mediocre, un poeta insípido, o un pastor insensible. El problema para los predicadores y teólogos no es necesariamente falta de interés o el déficit de atención de la gente; también hay pobreza comunicativa, languidez imaginativa y mucho palabrerío. Hora de callar. ¿Parte del atractivo de Jesús estaba en su marginalidad, en que tenía poder y autoridad, pero no representaba a ninguno de los poderes de su época?©2023Milton Acosta